viernes, 24 de octubre de 2025

El "Asedio Diluido", una forma de presión social


 POR: CARLOS COTES M.

El concepto de asedio diluido ha empezado a emerger silenciosamente en el lenguaje de la conflictividad social actual. Se trata de una forma de presión colectiva, que si bien nace de la protesta social, se transforma en un fenómeno prolongado y desgastante donde los límites entre la manifestación legítima y la vulneración del orden público se difuminan. El asedio diluido no se caracteriza por la violencia inmediata o el caos abrupto, sino por la ocupación prolongada, la interrupción sistemática de actividades y la imposición de una presencia constante que termina generando desgaste institucional, económico y social.

En Colombia, este tipo de acciones ha tomado fuerza en este tiempo. En diferentes ciudades del país, y especialmente en Bogotá, se observan grupos de manifestantes que bloquean vías, se toman edificios públicos o invaden propiedades privadas con la intención de presionar decisiones gubernamentales o lograr beneficios particulares. En muchos casos, las tomas se extienden durante días o semanas, afectando no solo el funcionamiento de las instituciones sino también la cotidianidad de los ciudadanos. Este tipo de asedio no siempre busca el diálogo, sino que utiliza la permanencia como una forma de presión, agotando la capacidad de respuesta del Estado y la paciencia de la comunidad.

El asedio diluido genera afectaciones múltiples. En el plano económico, paraliza actividades laborales, impide el acceso a servicios y deteriora la confianza en las instituciones. En el plano social, polariza a la población entre quienes respaldan la protesta y quienes reclaman el restablecimiento del orden. Y en el plano político, erosiona la legitimidad del gobierno cuando este no logra resolver o contener la situación.

Durante estos episodios pueden cometerse delitos graves: daños a la propiedad, secuestros, lesiones personales e incluso homicidios. Las vías de hecho se vuelven cotidianas y el caos se instala como parte del paisaje urbano. En muchos casos, las autoridades deben intervenir para restablecer el orden, pero cualquier acción es interpretada como represión, lo que prolonga aún más la confrontación.

El asedio se convierte en un acto delictivo cuando cruza la línea de la protesta pacífica y atenta contra derechos fundamentales, la libre movilidad o el funcionamiento del Estado. La historia nacional de nuestro país, recuerda el asedio al Palacio de Justicia, en 1985,  como un ejemplo extremo de cómo una toma puede transformarse en tragedia. Hoy, bajo formas más difusas y prolongadas, el asedio diluido reaparece, disfrazado de resistencia, pero con los mismos riesgos: el debilitamiento institucional, el desorden social y la pérdida del respeto por la ley.

Concluyo que el asedio diluido se presenta como una estrategia de desgaste progresivo contra las institucionesdesarrollada a través de movilizaciones, protestas prolongadas, paros, huelgas, bloqueos simbólicos y manipulación mediática. Este tema opera en los campos político, económico, social y comunicacionalbuscando debilitar la legitimidad del Estado, crear sensación de caos y presionar reformas o concesiones políticas.

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