Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.
Una detonación nuclear cambia el curso de la vida en cuestión de segundos. Aunque suene apocalíptico, prepararse mentalmente para las primeras 48 horas tras una explosión atómica puede ser la diferencia entre vivir o morir. Expertos en seguridad y supervivencia nuclear han construido una guía cronológica basada en los efectos inmediatos y posteriores de una explosión atómica, útil en cualquier parte del planeta.
Primeros 15 minutos: Si se presencia un destello intenso en el cielo, nunca se debe mirar directamente: puede provocar ceguera inmediata. Lo primero es cubrir la piel expuesta y protegerse de la luz. Desde el momento de la explosión se cuentan entre 10 y 15 minutos antes de que llegue la onda expansiva. Ese es el margen crítico para encontrar refugio. Idealmente, se debe ingresar a un edificio, apartamento, casa o sótano, preferiblemente sin ventanas. Los automóviles no son seguros debido a la fragilidad de su estructura ante la onda de choque.
De 15 a 60 minutos: En este lapso llega la onda de choque y el caos. Hay que permanecer en el suelo, lejos de vidrios o techos débiles. Los escombros empiezan a volar y la lluvia radiactiva puede comenzar a caer entre los 30 y 60 minutos tras la detonación. Esta lluvia contiene partículas letales. Si comienza a caer, hay que cubrirse nariz y boca con un tapabocas o tela húmeda e ingresar de inmediato al refugio, cerrando todo acceso al exterior.
Entre 1 hora y 24 horas: Este es el periodo más peligroso. La radiación alcanza su punto máximo. Cualquier exposición puede ser mortal. Lo esencial es sellar puertas y ventanas con plástico o cinta adhesiva. No se debe consumir agua del grifo, solo la previamente almacenada. Se recomienda mantenerse alejado de las paredes externas y monitorear la situación mediante un radio AM/FM. Cada centímetro de aislamiento suma puntos a la supervivencia.
De 24 a 48 horas: La radiación comienza a disminuir lentamente, pero el riesgo persiste. Si se cuenta con información precisa, se puede contemplar mudarse a un refugio más seguro, siempre que el trayecto no supere los 10 o 15 minutos al aire libre. Aun así, la exposición debe minimizarse al máximo. La reducción de la radiación sigue un patrón: 1000 unidades a la hora de la explosión, 100 a las 7 horas y 10 unidades a las 49 horas. Salir una hora después implica muerte casi segura. A las 7 horas, salir podría ser probablemente letal. Solo después de las 49 horas hay posibilidad de supervivencia durante cortos periodos fuera del refugio.
Esta cronología no es ciencia ficción. Es una guía de emergencia respaldada por la experiencia de científicos, militares y expertos en desastres. No se trata de generar pánico, sino de promover la preparación ante un escenario extremo. Atender estas recomendaciones, incluso de forma preventiva, puede salvar vidas en el momento más inesperado.
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