sábado, 21 de junio de 2025

El alto costo de una guerra en siete frentes



Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas perpetró una de las masacres más sangrientas en territorio israelí, el panorama del Medio Oriente cambió radicalmente. Israel, en una decisión sin precedentes, optó por no concederle al terrorismo ni un solo minuto de respiro. Desde entonces, la nación judía ha librado una guerra de gran escala, costosa y prolongada, que hoy se libra en siete frentes distintos y simultáneos. Esta guerra no solo se mide en misiles, drones o soldados, sino en recursos económicos gigantescos, desgaste humano y presión geopolítica sin tregua.

El primer y más visible frente es Gaza. Aquí, Israel enfrenta a Hamas en un conflicto que ha dejado miles de víctimas y ha reducido buena parte del enclave palestino a escombros. La estrategia israelí ha sido clara: desmantelar la capacidad militar de Hamas, eliminar sus líderes y destruir su red subterránea. Sin embargo, el precio ha sido altísimo: constantes bombardeos, ataques sorpresa, túneles bajo la frontera, rehenes y una cobertura internacional que oscila entre la condena y la comprensión.

El segundo frente arde en el norte: el Líbano. Allí, Hezbolá lanza misiles casi a diario desde el sur del país. Israel responde con fuego de artillería y ataques aéreos. La frontera está en estado de guerra abierta. A diferencia de Hamas, Hezbolá es una milicia bien entrenada, mejor armada y respaldada por Irán, lo que convierte este frente en una amenaza existencial. La posibilidad de una guerra total con Hezbolá significaría una escalada regional de consecuencias devastadoras.

El tercer frente está a más de 1.500 kilómetros de distancia: Yemen. Desde allí, los hutíes –también patrocinados por Irán– disparan misiles balísticos y drones suicidas contra territorio israelí. Aunque la distancia reduce la frecuencia y efectividad de los ataques, Israel ha tenido que movilizar interceptores de largo alcance y coordinar con aliados occidentales para neutralizar estas amenazas. El conflicto en Yemen expande la guerra a la península arábiga y fuerza a Israel a destinar recursos a un escenario remoto.

El cuarto frente está en Irak, donde milicias chiitas han atacado bases vinculadas a los intereses de Occidente y han prometido vengarse de los bombardeos israelíes en Gaza. Aunque no hay tropas israelíes sobre el terreno, los servicios de inteligencia israelíes y sus aliados han estado activos contra células operativas, saboteadores y lanzadores de misiles. Cada operación encubierta representa una inversión económica y un riesgo diplomático.

El quinto frente se encuentra en Siria, un país desmembrado por la guerra civil, pero donde milicias iraníes y libanesas operan libremente. Israel ha realizado decenas de ataques preventivos contra cargamentos de armas y bases de la Guardia Revolucionaria Iraní. La vigilancia aérea constante y la presión táctica demandan una maquinaria bélica de alta tecnología y gran costo operativo.

El sexto frente no es nuevo: Judea y Samaria, también conocida como Cisjordania. Allí, grupos armados palestinos realizan atentados, emboscadas y ataques individuales. Israel ha incrementado su presencia militar, multiplicado los operativos nocturnos y reforzado los asentamientos. Esta guerra de baja intensidad requiere enormes recursos humanos y logísticos que erosionan el tejido social y aumentan las tensiones internas.

El séptimo frente, y quizá el más peligroso, es Irán. Si bien no existe una guerra directa, la confrontación es constante y multifacética. Israel combate la amenaza nuclear iraní, sabotea instalaciones militares, combate cibernéticamente y desarticula redes de espionaje. Este frente implica no solo armamento, sino también diplomacia de alto nivel, operaciones de inteligencia y cooperación internacional.

Siete frentes simultáneos. Siete guerras en una sola. El costo económico es colosal. Pero para Israel, es el precio inevitable de sobrevivir en una región donde su existencia sigue siendo cuestionada.

viernes, 20 de junio de 2025

Supervivencia en 48 horas, cronología de vida tras una explosión nuclear

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Una detonación nuclear cambia el curso de la vida en cuestión de segundos. Aunque suene apocalíptico, prepararse mentalmente para las primeras 48 horas tras una explosión atómica puede ser la diferencia entre vivir o morir. Expertos en seguridad y supervivencia nuclear han construido una guía cronológica basada en los efectos inmediatos y posteriores de una explosión atómica, útil en cualquier parte del planeta.

Primeros 15 minutos: Si se presencia un destello intenso en el cielo, nunca se debe mirar directamente: puede provocar ceguera inmediata. Lo primero es cubrir la piel expuesta y protegerse de la luz. Desde el momento de la explosión se cuentan entre 10 y 15 minutos antes de que llegue la onda expansiva. Ese es el margen crítico para encontrar refugio. Idealmente, se debe ingresar a un edificio, apartamento, casa o sótano, preferiblemente sin ventanas. Los automóviles no son seguros debido a la fragilidad de su estructura ante la onda de choque.

De 15 a 60 minutos: En este lapso llega la onda de choque y el caos. Hay que permanecer en el suelo, lejos de vidrios o techos débiles. Los escombros empiezan a volar y la lluvia radiactiva puede comenzar a caer entre los 30 y 60 minutos tras la detonación. Esta lluvia contiene partículas letales. Si comienza a caer, hay que cubrirse nariz y boca con un tapabocas o tela húmeda e ingresar de inmediato al refugio, cerrando todo acceso al exterior.

Entre 1 hora y 24 horas: Este es el periodo más peligroso. La radiación alcanza su punto máximo. Cualquier exposición puede ser mortal. Lo esencial es sellar puertas y ventanas con plástico o cinta adhesiva. No se debe consumir agua del grifo, solo la previamente almacenada. Se recomienda mantenerse alejado de las paredes externas y monitorear la situación mediante un radio AM/FM. Cada centímetro de aislamiento suma puntos a la supervivencia.

De 24 a 48 horas: La radiación comienza a disminuir lentamente, pero el riesgo persiste. Si se cuenta con información precisa, se puede contemplar mudarse a un refugio más seguro, siempre que el trayecto no supere los 10 o 15 minutos al aire libre. Aun así, la exposición debe minimizarse al máximo. La reducción de la radiación sigue un patrón: 1000 unidades a la hora de la explosión, 100 a las 7 horas y 10 unidades a las 49 horas. Salir una hora después implica muerte casi segura. A las 7 horas, salir podría ser probablemente letal. Solo después de las 49 horas hay posibilidad de supervivencia durante cortos periodos fuera del refugio.

Esta cronología no es ciencia ficción. Es una guía de emergencia respaldada por la experiencia de científicos, militares y expertos en desastres. No se trata de generar pánico, sino de promover la preparación ante un escenario extremo. Atender estas recomendaciones, incluso de forma preventiva, puede salvar vidas en el momento más inesperado.

miércoles, 18 de junio de 2025

Los Rostros de la Seguridad; Conceptos de Múltiples Dimensiones


Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Hablar de seguridad es abordar una variedad de enfoques que, aunque interrelacionados, tienen objetivos, alcances y metodologías distintas. Desde lo personal hasta lo global, la seguridad adopta distintas formas que reflejan los desafíos del entorno contemporáneo.

La seguridad ciudadana se enfoca directamente en la protección de las personas frente a delitos comunes como el hurto, homicidio, violencia interpersonal o el microtráfico. Su gestión se centra en modelos de prevención como el patrullaje focalizado, la participación comunitaria y los voluntariados vecinales, quienes actúan como actores clave en la articulación entre comunidad y autoridades. Este enfoque privilegia el entorno local y la relación directa entre ciudadanos y Fuerza Pública La tasa de homicidios, uno de sus principales indicadores, se calcula dividiendo el número total de homicidios registrados en un año por el total de la población, y multiplicando el resultado por 100.000. Este resultado permite comparar niveles de violencia letal entre territorios y establecer prioridades en políticas públicas.

Por otro lado, la seguridad pública amplía el espectro, pues no solo atiende el delito común, sino también el orden público, las protestas sociales, los disturbios, la protección de infraestructuras críticas y el cumplimiento de normas civiles y administrativas. Involucra la gestión territorial del orden social, garantizando la paz y el respeto a las normas mediante entidades como la Policía Nacional, El Ejército Nacional, y el ministerio del interior y los organismos judiciales.

La seguridad humana, de enfoque más moderno, trasciende lo policial. Aquí el concepto de seguridad se vincula al desarrollo: salud, educación, alimentación, medio ambiente y libertades. Propuesto por Naciones Unidas, su lógica es proteger a la persona de amenazas estructurales más allá del crimen, como la pobreza extrema, el desempleo o el desplazamiento forzado.

En otro plano está la seguridad cibernética, que busca proteger los sistemas informáticos y redes digitales frente a amenazas como el robo de datos, ataques de malware o suplantación de identidad. Es un tipo de seguridad intangible pero vital en un mundo digitalizado, donde la información es tan valiosa como un bien físico.

Hablando de bienes físicos, la seguridad física se orienta en salvaguardar instalaciones, personas y activos materiales. Utiliza medios como cámaras, accesos controlados, vigilantes privados y protocolos de evacuación, siendo vital tanto en empresas privadas como en entidades de orden estatal.

La seguridad transnacional responde a fenómenos criminales que cruzan fronteras: trata de personas, narcotráfico, minería ilegal, terrorismo, tráfico de armas y lavado de activos. Este tipo de seguridad requiere cooperación internacional, inteligencia conjunta y marcos jurídicos supranacionales.

La seguridad internacional, por su parte, abarca las relaciones entre Estados y organismos multilaterales para prevenir conflictos armados, garantizar la paz global y gestionar crisis de carácter geopolítico o humanitario. Involucra tratados internacionales, despliegues de misiones de paz, sanciones diplomáticas, control de armas de destrucción masiva y mecanismos de prevención de guerras. En un mundo globalizado, la estabilidad internacional es esencial para el desarrollo, el comercio y la cooperación entre naciones.

La seguridad vial, aunque muchas veces subestimada, salva vidas diariamente. Se enfoca en la prevención de accidentes de tránsito a través de infraestructura adecuada, control de velocidad, campañas educativas y normas estrictas. En países con altos índices de siniestralidad vial, este enfoque es prioritario.

Finalmente, la seguridad nacional implica la protección del Estado frente a amenazas internas o externas, sean militares, económicas, políticas o cibernéticas. Es la más estratégica y comprende las capacidades de defensa, contrainteligencia, diplomacia y control de fronteras.

Comparar estos tipos de seguridad permite entender que, aunque parten de una misma necesidad –proteger la vida, los derechos y los bienes, cada una responde a niveles distintos de amenaza: desde el barrio hasta el ciberespacio, desde el ciudadano hasta el Estado. Su diferencia no solo está en el nivel territorial o el tipo de amenaza que abordan, sino también en los actores que participan, los métodos que emplean y los fines que persiguen. Una política de seguridad integral debe comprenderlas todas y articularlas para que no trabajen aisladas, sino en red. Solo así, la seguridad deja de ser reactiva y se convierte en una garantía real para el bienestar humano.

martes, 17 de junio de 2025

Cinco claves para entender el conflicto entre Israel e Irán


Por: CARLOS ANDRES COTES M.

El conflicto entre Israel e Irán ha escalado hasta convertirse en una de las tensiones geopolíticas más peligrosas del mundo actual. Lo que sucede entre estas dos potencias del Medio Oriente no es un simple 
enfrentamiento militar, sino una pugna estratégica, ideológica y global que involucra armas nucleares, recursos energéticos, estabilidad interna y alianzas internacionales. Para entender lo que realmente está en juego, estas son cinco claves esenciales:

1. La amenaza nuclear iraní
Irán ha estado enriqueciendo uranio a niveles cercanos necesarios para fabricar armas nucleares. Se estima que, antes del reciente estallido del conflicto, Teherán estaba a solo semanas de producir material suficiente para fabricar hasta 15 bombas atómicas. Este escenario representa una amenaza existencial para Israel, que ha advertido que no permitirá que Irán posea armamento nuclear. Para Tel Aviv, una bomba bastaría para intentar borrarla del mapa. Por eso, Israel continuará atacando las instalaciones nucleares iraníes hasta alcanzar uno de tres objetivos: destruir gran parte del programa atómico, forzar a Irán a aceptar un nuevo acuerdo nuclear, o provocar el colapso del régimen iraní.

2. El escudo israelí: su red antimisiles
Una de las razones por las que Israel ha logrado resistir múltiples ataques simultáneos es su impresionante sistema de defensa antiaérea. A nivel 1, cuenta con la famosa Cúpula de Hierro, diseñada para interceptar cohetes de corto alcance y drones. A nivel 2, dispone de la Honda de David, eficaz contra misiles de medio alcance. Y a nivel 3, opera el sistema Arrow, capaz de interceptar misiles balísticos de largo alcance. Estas capas están interconectadas mediante radares avanzados e inteligencia artificial, lo que convierte a Israel en una de las naciones mejor protegidas del mundo frente a ataques aéreos.

3. El factor energético y el estrecho de Ormuz
Irán es un importante productor de petróleo y gas. Israel ha identificado sus infraestructuras energéticas como objetivos estratégicos: al golpear estas fuentes, se debilita tanto la economía como la capacidad militar del régimen. Pero el punto más sensible es el estrecho de Ormuz, un canal marítimo por donde transita buena parte del crudo y gas que abastece al mundo. Irán ha amenazado con cerrarlo si se siente acorralado, lo que causaría un colapso energético global. Sin embargo, este paso está patrullado por fuerzas navales de EE.UU. y Europa, que difícilmente permitirían un bloqueo prolongado.

4. La fragilidad interna del régimen iraní
El régimen iraní enfrenta uno de sus momentos más críticos desde su fundación. En la guerra contra Israel, en cuestión de días, perdió gran parte de su cúpula militar, muchas de sus bases y casi toda su defensa aérea, incluso en Teherán. Esto ha evidenciado una enorme debilidad frente a la superioridad militar israelí. Además, el país vive una efervescencia social interna que no ha desaparecido. Desde 2022, con el lema “Mujer, Vida, Libertad”, miles de jóvenes y mujeres protestan contra la represión, la crisis económica y la falta de libertades. Irán, además, enfrenta divisiones étnicas con grupos kurdos, baluchíes y suníes que podrían actuar como desestabilizadores internos.

5. Los respaldos internacionales: EE.UU. y el “Eje de la Resistencia”
Israel cuenta con el respaldo de Estados Unidos, su principal aliado. Irán, por su parte, lidera el llamado “Eje de la Resistencia”, conformado por Hezbollah, milicias iraquíes, los hutíes y Hamas. Si bien se esperaba que este eje respondiera de forma coordinada a un ataque israelí, Israel fue táctico al neutralizar previamente a Hamas en Gaza y debilitar a Hezbollah en el Líbano. Esto impidió una guerra regional inmediata. Por ahora, EE.UU. ha evitado participar directamente, buscando una salida diplomática, pero si el conflicto se prolonga, es posible que más países se alineen con Israel. En cuanto a las potencias árabes sunitas, aunque se mantienen al margen, comparten un interés común: impedir que Irán obtenga armas nucleares.

En conclusión, el conflicto entre Israel e Irán es una confrontación multifacética donde convergen la amenaza nuclear, la superioridad tecnológica, las tensiones internas, el impacto económico global y los juegos de poder regionales. Aunque aún hay espacio para la diplomacia, la dinámica actual sugiere que, si uno de los actores no cede, la escalada puede arrastrar a toda la región a un escenario de guerra prolongada y de consecuencias impredecibles.

lunes, 16 de junio de 2025

Seguridad Ciudadana y Pública, Motor del Desarrollo en las regiones


Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Hablar de desarrollo económico, turístico y social en los territorios sin referirse primero a la seguridad ciudadana y pública es desconocer el corazón mismo que hace latir las dinámicas de una región. La seguridad no es un elemento más dentro del engranaje institucional; es el fundamento que permite que todo lo demás funcione: desde la inversión empresarial, hasta la llegada de turistas y la generación de empleo. Sin seguridad, no hay desarrollo posible.

En países donde grupos ilegales imponen control territorial, los fenómenos delictivos como la extorsión se vuelven cotidianos. Micro, pequeños y medianos empresarios que son el verdadero motor de las economías locales, se ven obligados a pagar “vacunas” para sobrevivir. Quienes no pueden responder a estas exigencias criminales, terminan quebrando sus negocios, dejando tras de sí locales cerrados, familias afectadas y empleos perdidos. La extorsión actúa como un veneno silencioso que, gota a gota, asfixia cualquier iniciativa de emprendimiento.

De igual manera pasa con la  amenaza del secuestro. Esta práctica atroz no solo destruye la estabilidad emocional de las víctimas y sus familias, sino que también ahuyenta la inversión. Ningún empresario o inversionista nacional o extranjero apostará por un país donde la libertad y la vida misma están en riesgo. Tal cual ocurre con los bloqueos viales promovidos por estructuras criminales que utilizan a la población civil como escudo o fachada, afectando el tránsito por vías esenciales para el comercio y el turismo.

Cuando un turista percibe riesgo, simplemente no llega. Los destinos con potencial cultural, natural o histórico pierden visitantes, y con ellos ingresos, empleo y promoción. Las rutas que deberían conectar sueños y oportunidades se ven cerradas por el miedo. La consecuencia es directa: hoteles vacíos, restaurantes cerrados y comunidades sumidas en la frustración.

La percepción de seguridad es casi tan importante como la seguridad misma. Cuando las comunidades sienten que su entorno es seguro, los negocios florecen, los mercados se amplían y el empleo se fortalece. La inversión llega no solo con incentivos económicos, sino con garantías básicas: orden público, justicia, presencia estatal y control territorial.

Por eso, hablar de seguridad ciudadana y pública no es un tema exclusivo de la Fuerza Pública o de los gobiernos. Es un tema de desarrollo, de futuro. Es la piedra angular sobre la que se construyen regiones competitivas. La seguridad no es solo la ausencia de violencia; es la presencia activa del Estado, del apoyo de la comunidad, del respeto por la ley, del control legítimo del territorio. Y solo a partir de esa base, es que florecen el turismo, la inversión y el empleo.

domingo, 15 de junio de 2025

El momento más débil del régimen iraní


Por: CARLOS ANDRES COTES M.

Irán atraviesa el periodo más vulnerable desde la consolidación de su revolución islámica. Tras una operación quirúrgica por parte de Israel, en la que fueron eliminados miembros clave de la cúpula militar y varios de los principales científicos nucleares iraníes, el régimen de los ayatolás se tambalea en su propia estructura. Lo que antes eran advertencias, hoy son hechos consumados: Israel ya no combate a través de terceros o fronteras indirectas; ahora, el enfrentamiento es directo, frontal y sin precedentes.

La posibilidad de una catástrofe nuclear se cierne sobre la región. La infraestructura atómica iraní, golpeada duramente por los ataques, plantea un nuevo y alarmante escenario: la liberación no controlada de material nuclear al ambiente. Lo que empezó como una ofensiva estratégica podría devenir en un desastre de escala global si alguna instalación crítica colapsa. Por primera vez, la amenaza nuclear ya no es solo bélica, sino ecológica y humanitaria.

A nivel interno, el régimen iraní enfrenta un dilema existencial. Su caída puede producirse de dos formas: desde arriba o desde abajo. Desde arriba, significaría una rebelión militar, un escenario poco probable en un país donde las fuerzas armadas han sido cuidadosamente subordinadas al poder religioso. Desde abajo, implica que la población, exhausta de la represión y las crisis económicas, se levante en masa contra las autoridades religiosas. Solo si las calles se llenan de ciudadanos exigiendo un cambio real, la legitimidad que aún ostenta el régimen podría colapsar.

Pero acabar con el ayatolá no es suficiente. La figura del líder supremo, por poderosa que sea, forma parte de un entramado teocrático que tiene mecanismos de sucesión bien establecidos. Eliminar o neutralizar al ayatolá actual no garantiza el fin del sistema. El régimen, como tal, podría continuar con otro rostro, pero con la misma lógica de control. Pero el gobierno de Israel manifiesta que la única vía efectiva para desmantelar el régimen es minar su legitimidad frente a sus propios ciudadanos y eliminar al Ayatolá.

Y es ahí donde Israel ha logrado avances significativos. Ha doblegado a los "proxys" iraníes en Líbano, Siria, Irak y Yemen, evidenciando que el régimen de Teherán ya no puede proteger ni sus intereses ni su retórica revolucionaria. Esa pérdida de capacidad para proyectar fuerza socava, poco a poco, la percepción de invulnerabilidad del poder iraní. Si Israel continúa avanzando en este terreno —militar y simbólicamente— el régimen puede llegar a un punto de no retorno. Y en ese punto, no será necesario un misil para acabar con el ayatolá: bastará con que su pueblo ya no lo crea invencible.

sábado, 14 de junio de 2025

Operación León Naciente, el rugido de Israel frente a la amenaza iraní

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

La historia del Medio Oriente suma un nuevo capítulo de alta tensión con la reciente y fulminante acción militar emprendida por Israel: la “Operación León Naciente”. Esta ofensiva, lanzada hace apenas dos días, marca un punto de inflexión en el prolongado pulso geopolítico entre dos potencias militares de orígenes, credos y visiones de mundo opuestas: Israel e Irán.

Aunque para muchos este conflicto ha sido percibido como una prolongación de enfrentamientos históricos y religiosos, lo cierto es que el problema trasciende lo ideológico. Irán, en las últimas décadas, no solo ha financiado milicias extremistas como Hezbolá, la Yihad Islámica, los hutíes en Yemen y otros grupos hostiles a Israel, sino que ha avanzado sigilosamente en el desarrollo de su programa nuclear. Fuentes de inteligencia sostienen que está a punto de culminar la producción de hasta 15 bombas atómicas, cada una con el poder suficiente para borrar del mapa a Israel, un país de poco más de 9 millones de habitantes.

A pesar de los más de 2000 kilómetros que separan físicamente a Irán de Israel, la distancia no representa una barrera para la potencia tecnológica y militar israelí. Durante las primeras cuatro horas del inicio de la “Operación León Naciente”, Israel asestó un golpe demoledor: eliminó gran parte del alto mando militar de la Guardia Revolucionaria iraní en Teherán, destruyó defensas antiaéreas clave y atacó objetivos estratégicos en instalaciones nucleares y fábricas de misiles. Un ataque quirúrgico, sin precedentes, posible gracias a años de inteligencia del Mossad, que ha logrado infiltrar profundamente las redes terroristas y militares de Irán y sus aliados.

Israel libra actualmente una guerra de múltiples frentes: Gaza con Hamás, el sur del Líbano con Hezbolá, Siria con milicias proiraníes, el mar Rojo con los hutíes y ahora directamente contra Irán. Pero lejos de tambalear, demuestra su capacidad de resistir, responder y defender su soberanía con precisión y determinación.

El fantasma del Holocausto sigue presente en la memoria colectiva de Israel. La aniquilación de más de seis millones de judíos por el régimen nazi hace ocho décadas forjó en el pueblo israelí un compromiso indeclinable: no permitir que la historia se repita. Por eso hoy, Israel no espera a ser víctima, actúa para asegurar su supervivencia. Se ha convertido en una nación que no solo produce ciencia, tecnología y alimentos en pleno desierto, sino que también ruge como un león cuando su existencia está en juego.

sábado, 7 de junio de 2025

GAO y GDO - Entre el poder, el territorio y la política del delito - "Definiciones y Conceptos"

D.R.A

En el complejo panorama del conflicto armado y la criminalidad en Colombia, resulta fundamental establecer una diferenciación entre los Grupos Armados Organizados (GAO) y los Grupos Delincuenciales Organizados (GDO). Si bien ambos participan en actividades ilegales que afectan la seguridad y tranquilidad de las comunidades, existen diferencias profundas en cuanto a su dimensión, estructura, proyección y, sobre todo, su reconocimiento político.

Para alcanzar el estatus de GAO, un grupo debe cumplir con ciertos factores determinantes: una amplia capacidad de expansión territorial, un número considerable de integrantes, y la comisión de delitos de alto impacto como el narcotráfico, el secuestro, la extorsión sistemática, los homicidios múltiples y los ataques a la fuerza pública. Estos grupos operan bajo una lógica casi militar, con estructuras jerárquicas definidas y redes logísticas robustas que les permiten sostener una presencia constante en varios departamentos del país. Por ello, el Estado, consciente de su capacidad de daño, suele reconocerlos como actores armados con los cuales eventualmente se podrían entablar diálogos o procesos de paz.

En contraste, los GDO presentan una configuración mucho más reducida. Aunque también poseen cierto nivel de organización, sus estructuras son menos complejas y su influencia territorial se limita a zonas urbanas o rurales específicas. Su accionar gira en torno a economías ilegales como el microtráfico, la extorsión local, el hurto, el contrabando o el sicariato. A pesar de que representan una amenaza real para la seguridad ciudadana, su nivel de sofisticación y poder de fuego es significativamente inferior al de los GAO.

Cabe destacar que muchos GAO comenzaron siendo GDO. Con el tiempo, su crecimiento sostenido, la crueldad de sus acciones y su capacidad para desestabilizar regiones enteras los fue posicionando como actores de peso en la escena nacional. Esta evolución les permitió adquirir un estatus político diferenciado, lo que explica por qué, mientras los GAO son considerados interlocutores válidos en procesos de paz, los GDO siguen siendo objeto de operativos policiales, militares y judiciales.

Este panorama se ha complejizado aún más en los últimos años. Algunos GDO, que antes tenían una presencia local limitada, ahora buscan expandirse hacia otros departamentos, generando disputas territoriales con otros actores ilegales, incluidos los GAO. Esta dinámica ha provocado la redefinición de las llamadas “zonas grises”, especialmente en límites departamentales donde la presencia institucional es débil. En estas áreas, la confrontación entre grupos ilegales se intensifica, incrementan los índices de violencia y resurgen delitos atroces como el secuestro, la extorsión masiva, la trata de personas y el desplazamiento forzado.

A partir de lo anterior, se puede afirmar que la diferencia más significativa entre GAO y GDO no radica solamente en su estructura o capacidad operativa, sino también en el estatus político que pueden llegar a alcanzar. Los GAO, al consolidarse como amenazas estratégicas para el Estado, obtienen un reconocimiento que los pone en condiciones de negociar, mientras que los GDO quedan relegados a la marginalidad criminal. Sin embargo, esta forma de reconocimiento plantea serios interrogantes sobre la legitimidad de los procesos de paz y la manipulación del conflicto armado como un negocio persistente que, ante la falta de soluciones estructurales, perpetúa la guerra y la criminalidad.

En esta línea, la promulgación de la Ley 2272 de 2022 ha introducido una nueva dimensión al debate. Esta norma estableció una diferenciación adicional entre los GAO y las llamadas Estructuras Armadas de Crimen de Alto Impacto (EACAI). Mientras que a los primeros se les habilitan canales para diálogos de paz, a las segundas se les propone una sujeción a la justicia. Esta distinción ha generado discusiones jurídicas y políticas, al poner en tensión los límites entre lo político y lo criminal dentro de los marcos legales vigentes.

A esta diferenciación se suma la Directiva 015 de 2016 del Ministerio de Defensa, mediante la cual el Estado colombiano refinó su enfoque estratégico. Esta directiva estableció lineamientos claros para enfrentar a los GAO bajo el marco del Derecho Internacional Humanitario (DIH), y a los GDO bajo el paraguas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH), asignando a cada grupo una respuesta estatal diferenciada.

Así, las Fuerzas Militares asumen el combate directo contra los GAO, dada su estructura armada, capacidad de fuego y control territorial. Estas operaciones, enmarcadas en el DIH, reconocen la beligerancia del fenómeno y permiten aplicar tácticas militares con mayores márgenes operativos. Por su parte, la Policía Nacional lidera las acciones contra los GDO, priorizando la investigación criminal, la captura y la judicialización.

En este contexto, la creación del Protocolo de Caracterización GAO ha sido una herramienta clave para evitar ambigüedades. Este instrumento técnico permite establecer con precisión si una organización debe ser tratada como un grupo armado organizado o como una estructura criminal común. Su correcta aplicación previene tanto excesos operacionales como errores jurídicos durante las intervenciones estatales.

Finalmente, es importante reiterar que un Grupo Armado Organizado (GAO) es aquel que posee una estructura jerárquica, capacidad de actuación armada continua, control territorial y enfrenta sistemáticamente al Estado. Su accionar, más allá del interés económico, representa una amenaza estratégica que exige una respuesta bajo el DIH. En cambio, un Grupo Delincuencial Organizado (GDO) tiene como objetivo principal la obtención de beneficios materiales mediante la comisión de delitos, sin que su estructura ni su accionar alcancen el umbral del conflicto armado interno. Esta diferenciación legal es crucial para orientar adecuadamente la acción del Estado, y evitar confusiones que puedan traducirse en errores operativos o jurídicos.

viernes, 6 de junio de 2025

Indiana Jones: Aventuras que Marcaron una Generación


Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Desde que por primera vez, siendo apenas un niño a comienzos de los años 80, vi Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, entendí cuál sería mi género cinematográfico favorito para siempre: la aventura. Ver a Harrison Ford, uno de los actores más emblemáticos y carismáticos del cine internacional, encarnar al intrépido arqueólogo con sombrero y látigo fue como abrir una puerta a un mundo de misterios, culturas antiguas, peligros ocultos y paisajes exóticos que aún hoy, décadas después, siguen fascinándome.

Aquella película no solo marcó el inicio de una de las sagas más importantes del cine moderno, sino que sembró en mí una pasión por los relatos de búsquedas de tesoros, de ruinas perdidas, de civilizaciones olvidadas y del enfrentamiento entre el conocimiento histórico y la codicia. Ver a Indiana sortear trampas mortales en templos ocultos o descifrar acertijos milenarios fue más que entretenimiento: fue inspiración.

Recuerdo también que, en 1984, nuestros padres nos regalaron a mi hermano mayor y a mí una consola Atari, traída desde el extranjero. Mi única petición fue que trajera el videojuego de Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark. Y así fue. Durante años nos sumergimos en ese juego, avanzando nivel tras nivel como si estuviéramos dentro de la misma película, enfrentándonos a retos similares a los del héroe cinematográfico. Cada partida era una expedición.

Es justo destacar la labor de Lucasfilm, la productora detrás de esta maravilla cinematográfica. Sus películas son joyas de producción: desde los efectos especiales hasta los escenarios, pasando por las bandas sonoras inolvidables y los guiones que mezclan acción, humor, historia y emoción. No es casualidad que la saga haya conquistado a generaciones enteras. Indiana Jones no es solo un personaje: es un símbolo cultural.

Con cinco películas, la saga de Indiana Jones ha sabido mantenerse vigente, reinventándose sin perder la esencia que la hizo grande. Para mí, ninguna supera el impacto de la original, pero cada una aporta algo único al universo del personaje. Y aunque el tiempo pasa, sigo convencido de que Harrison Ford es y debe ser Indiana Jones. Nadie ha llevado con tanto carisma y autenticidad ese papel. Ojalá pudiera seguir interpretándolo hasta el final de sus días.

Porque hay películas que se disfrutan, y otras que se convierten en parte de la vida. Para mí, Indiana Jones siempre será la mejor aventura jamás contada

martes, 3 de junio de 2025

La Telaraña de Zelensky: Inteligencia, Guerra y Estrategia en Acción...


Por: CARLOS ANDRES COTES M

La reciente "Operación Telaraña", ejecutada por Ucrania contra infraestructuras militares rusas, ha dejado claro que la guerra moderna no solo se libra con armamento pesado, sino con inteligencia, paciencia y precisión quirúrgica. Detrás de esta operación está la visión estratégica de un presidente que ha demostrado ser mucho más que un símbolo de resistencia: Volodímir Zelensky.

Zelensky no es un militar de carrera, pero ha asumido el rol de comandante en jefe con una disciplina y astucia poco vistas en líderes contemporáneos. Su lenguaje corporal, su postura firme, y su forma de vestir –siempre en ropa táctica, incluso en visitas diplomáticas de alto nivel como a la Casa Blanca o al Vaticano– no son detalles menores. El mensaje es claro: es un presidente en guerra, activo las 24 horas, que no baja la guardia ni siquiera en los espacios donde la diplomacia suele suavizar las formas.

Quienes lo observamos durante su visita a Washington, en reunión con el entonces presidente Donald Trump, pudimos ver en él a un líder que domina el arte de la comunicación no verbal. Con solo sus manos, su mirada y su control del espacio, fue capaz de enviar un doble mensaje: apertura al diálogo y firmeza inquebrantable frente al enemigo. Zelensky entiende el valor de la percepción y la simbología en el teatro de la política internacional.

La “Operación Telaraña” es una demostración impactante del nivel de sofisticación que ha alcanzado Ucrania en materia de inteligencia y contrainteligencia. Planificada durante más de 18 meses, consistió en la infiltración de 117 drones en territorio ruso, camuflados dentro de contenedores de carga de puertas automáticas. Durante año y medio, esos dispositivos permanecieron inactivos, escondidos a plena vista, hasta que fueron activados remotamente desde más de 4.000 kilómetros de distancia. El resultado: ataques simultáneos a cinco aeropuertos militares rusos y la destrucción de 41 aeronaves, entre bombarderos y cazas, causando pérdidas estimadas en 7.100 millones de dólares.

Este golpe certero no solo desestabiliza a Rusia en el plano operativo, sino que evidencia una realidad incómoda: Ucrania, pese a ser más pequeña y con menos recursos, ha sabido utilizar el arte de la guerra moderna con una maestría que recuerda que no hay enemigo pequeño, solo inteligencia mal empleada.

Zelensky ha sabido rodearse de estrategas capaces y ha comprendido que la guerra también se gana en el terreno simbólico, informativo y diplomático. Ha convertido a Ucrania en una causa global, ganándose el respaldo de Europa y buena parte del mundo. La operación Telaraña marca un antes y un después: no solo por su precisión técnica, sino por lo que revela sobre el nuevo rostro del conflicto y el papel clave de los liderazgos que comprenden el poder de la inteligencia como arma principal.

 

viernes, 30 de mayo de 2025

Festival Silvestrista, Valledupar Brilla como la Ciudad de los Grandes Eventos


Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Durante cuatro días Valledupar se transforma en el epicentro de la música, la cultura y la celebración con el Festival Silvestrista, una cita sin precedentes que reúne a más de 100.000 personas alrededor del lanzamiento de la nueva producción musical de Silvestre Dangond: El Último Baile, acompañado por el reconocido acordeonero Juancho de la Espriella. Esta fiesta popular, que incluyó una colorida caravana en su primer día y tres noches consecutivas de conciertos vibrantes, ratificó que Valledupar no solo es la cuna del vallenato, sino también la ciudad de los grandes eventos en Colombia.

El Festival Silvestrista no solo es música; también se destaca por la Casa Museo Silvestrista, un espacio dedicado a contar la historia musical y personal de Silvestre Dangond, donde los asistentes pueden recorrer su trayectoria, y revivir momentos emblemáticos del artista. Esta propuesta cultural se convirtió en una de las atracciones más visitadas, impulsando el sentido de pertenencia y exaltando la riqueza artística de la región.

Valledupar continúa posicionándose a nivel nacional como un referente en cultura y artes, superando incluso a otras capitales con espectáculos de talla internacional que combinan tradición, innovación y pasión por la música. El dinamismo de eventos como este genera un impacto directo en la economía local: hoteles al 100% de ocupación, restaurantes llenos, transporte activo, y el comercio revitalizado por la llegada masiva de turistas que, además de disfrutar, invierten en la ciudad.

Estos grandes encuentros fortalecen a emprendedores, artesanos y comerciantes que ven en cada visitante una oportunidad para crecer. Por eso, es necesario seguir apostando por una agenda de eventos que mantenga a Valledupar como destino turístico y cultural de alto nivel, garantizando que la moneda circulante siga alimentando el desarrollo económico y social de una ciudad que vibra al ritmo del vallenato y se proyecta hacia el futuro con fuerza y orgullo.

Es clave continuar apostando por eventos de este calibre y sigan fortaleciendo el ecosistema comercial, cultural y turístico de Valledupar. La capital del Cesar ya no solo es la cuna del vallenato: es la capital de los grandes eventos y una potencia cultural en crecimiento en Colombia.

lunes, 26 de mayo de 2025

Entre La Junta y Patillal, nació un canto inmortal

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Cada 26 de mayo, los corazones vallenatos y de otras partes del mundo laten con más fuerza. Y es que en esa fecha, hace ya 68 años, nació un hombre con un talento innato, irrepetible, que llevaría la esencia del folclor a rincones donde nunca antes había llegado. Diomedes Díaz Maestre, el hijo predilecto de La Junta, fue más que un cantante; fue una leyenda, un fenómeno musical que llevó el vallenato por el mundo.

Su voz melodiosa, su estilo inconfundible marcaron su obra. Incluso cuando grabó composiciones modernas, supo escoger lo mejor de lo mejor, dándole su sello personal sin perder la raíz campesina que siempre lo caracterizó. Diomedes cantaba lo que el pueblo sentía, lo que la gente vivía. Su música es un espejo del alma popular.

Personalmente, escucharlo es una máquina del tiempo. Sus canciones me transportan a momentos específicos de mi vida, a esos años cuando lanzaba sus LP y en muchas partes de Colombia esperaban con ansias sus nuevas producciones. Fue acompañado por los más grandes del acordeón,  cada uno de ellos, supo entender el estilo del Cacique, ese estilo único que se traducía en interpretaciones memorables y grabaciones de altísima calidad.

Tuve la fortuna de verlo en vivo más de cuatro veces. Tres junto a Juancho Rois, cuya unión con Diomedes dejó una huella imborrable, y una con Iván Zuleta, en aquella emblemática presentación donde lo presentó por primera vez como su nuevo compañero tras la trágica muerte de Juancho. Fue un momento histórico, y a la vez esperanzador, porque Diomedes siempre supo cómo renacer entre el dolor y seguir cantando con sentimiento.

Hoy, en el que sería su cumpleaños número 68, quiero exaltar su memoria, rendirle tributo al hombre que hizo del vallenato una manera de vivir. Aunque el Cacique de la Junta ya no esté en la tierra, su música perdura, más viva que nunca. Dicen incluso que ahora sus canciones producen más que en vida. No me sorprende, es el legado de los grandes.

Quiero cerrar esta columna recordando una de sus canciones más representativas para mí: “26 de mayo”. No solo por coincidir con la fecha de su nacimiento, sino por su belleza melódica y su interpretación llena de sentimiento. En ella, Diomedes relata su niñez, su juventud, su esencia. Es una obra que resume al hijo de La Junta que conquistó a Patillal, Valledupar, Colombia y al mundo.

Diomedes no se ha ido. Mientras haya un corazón que cante sus versos, seguirá vivo. Porque entre La Junta y Patillal, nació un canto inmortal.

viernes, 23 de mayo de 2025

La Convención de Palermo, Pilar de la lucha global contra la delincuencia organizada

La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, adoptada en Palermo en diciembre del 2000, representa el instrumento legal más amplio del derecho internacional para combatir la criminalidad organizada a escala global. Su creación respondió a una necesidad urgente: enfrentar un fenómeno criminal que, con el auge de la globalización, traspasó fronteras, multiplicó sus formas y puso en jaque los sistemas de justicia de los Estados. Esta Convención, complementada por tres protocolos: trata de personas, tráfico ilícito de migrantes y tráfico de armas de fuego; busca armonizar legislaciones, fortalecer la cooperación internacional y ofrecer mecanismos concretos para prevenir, investigar y sancionar a grupos delictivos.

Desde su adopción, la Convención de Palermo ha funcionado como una herramienta esencial en la respuesta multilateral a los retos que impone la criminalidad organizada. Su articulado promueve la penalización de la participación en grupos delictivos, el lavado de activos, la corrupción, y contempla la cooperación en decomisos y extradiciones. A través de ella, se ha desarrollado un marco legal común que ha permitido a decenas de Estados tipificar delitos graves vinculados al crimen transnacional y adoptar mecanismos de colaboración que antes eran inexistentes. De forma progresiva, los países han incorporado los principios de la Convención en sus ordenamientos internos, lo que ha fortalecido las capacidades nacionales y regionales de respuesta, particularmente ante fenómenos como la trata de personas, el narcotráfico y la corrupción sistémica.

Colombia representa un caso en el impacto y los desafíos de aplicar este instrumento internacional. A pesar de los avances legislativos y los esfuerzos de cooperación, el país enfrenta serios problemas derivados de la actividad de Grupos Armados Organizados, que participan activamente en el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas y el tráfico de armas. Estas organizaciones se estructuran y aprovechan las zonas de débil gobernanza, “zonas grises”, para consolidar economías ilícitas que obstaculizan el desarrollo de las regiones.

En estas zonas grises, que incluyen regiones fronterizas, selváticas y urbanas marcadas por el abandono del Estado, se crean ecosistemas criminales que permiten el reciclaje de ganancias ilegales, el reclutamiento forzado y el ejercicio del control social y territorial. Las organizaciones criminales, al amparo de estas condiciones, despliegan un poder que desafía no solo a las instituciones nacionales, sino también al orden internacional. Esta realidad reafirma la necesidad de fortalecer mecanismos de cooperación internacional, como los contemplados en la Convención de Palermo, que no solo atiendan las causas estructurales de la criminalidad, sino que permitan actuar coordinadamente frente a su dimensión transfronteriza.

La finalidad de la Convención de Palermo es promover la cooperación internacional para prevenir y combatir la delincuencia organizada con eficacia y eficiencia. En este sentido, el instrumento trasciende lo jurídico y se convierte en una plataforma de solidaridad internacional: permite el intercambio de información, la asistencia legal mutua, la extradición, y la formación conjunta de capacidades. Su enfoque integral reconoce que la criminalidad organizada no puede ser abordada únicamente desde el plano nacional; exige una respuesta global coherente, coordinada y sostenida. Además, impulsa la participación de la sociedad civil y la protección de los Derechos Humanos como elementos clave para una estrategia legítima y duradera.

Así, la Convención de Palermo se erige como una arquitectura legal indispensable para enfrentar una amenaza cuya sofisticación y alcance traspasa fronteras. En un contexto donde las organizaciones criminales se adaptan con rapidez a los cambios tecnológicos y políticos, la respuesta debe estar anclada en la cooperación internacional, la voluntad política y la implementación efectiva de normas como las contenidas en la Convención de Palermo. Su fortalecimiento y aplicación continua no solo son necesarios, sino urgentes para preservar la legalidad, la seguridad y la dignidad de las comunidades en todo el mundo.

 

lunes, 19 de mayo de 2025

Valledupar, Capital de grandes eventos y joya del turismo integral en Colombia

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.


Valledupar, tierra de tradiciones, leyendas y cantos, se ha consolidado en los últimos años como un epicentro estratégico para la realización de grandes eventos de carácter nacional e internacional. El Festival de la Leyenda Vallenata, que cada año congrega a miles de visitantes, artistas y medios de comunicación, es hoy uno de los más importantes del continente. Este certamen no solo preserva el folclor y la identidad cultural del Caribe colombiano, sino que dinamiza profundamente la economía local, con un impacto que se refleja en sectores como el comercio, la hotelería, la gastronomía y el transporte.


Desde años anteriores, Valledupar ha sido sede del lanzamiento en vivo del disco del artista Silvestre Dangond, un espectáculo de cuatro días que no solo demuestra la capacidad logística de la ciudad para albergar eventos de gran escala, sino que reafirma su papel como plataforma para el entretenimiento y la industria musical en el país. Este tipo de actividades reactivan el empleo, promueven el emprendimiento y posicionan a Valledupar como un destino cultural de primer nivel.


Pero Valledupar no solo vibra al ritmo del acordeón. La ciudad también promueve con fuerza el turismo religioso, especialmente durante la Semana Santa, cuando miles de peregrinos y visitantes recorren su red de iglesias y sitios de fe. La capital del Cesar alberga la catedral más grande y moderna de Colombia, el Mirador Santo Ecce Homo y la iglesia colonial del corregimiento de Valencia de Jesús, que data del siglo XVII y es testimonio vivo de la historia religiosa de la región.


En el ámbito natural, Valledupar ofrece experiencias únicas. El turismo de avistamiento de aves encuentra un lugar privilegiado en el Parque Los Besotes, que resguarda más de 200 especies, muchas de ellas endémicas. A esto se suma el creciente interés por el turismo ecológico y étnico, que permite conocer la geografía imponente del Cesar, su biodiversidad y el legado de comunidades indígenas como los Arhuacos y Kankuamos, guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta.


Todo este potencial turístico necesita, sin embargo, un soporte logístico moderno. La interconexión aérea con el resto del país es fundamental para facilitar la llegada de visitantes. Es crucial contar con múltiples aerolíneas operando en Valledupar, que compitan con tarifas atractivas y garanticen conectividad permanente con las principales ciudades colombianas. Asimismo, el fortalecimiento de agencias de viajes que ofrezcan paquetes integrales con destinos como Pueblo Bello, la Sierra Nevada y la Ruta de los Juglares, ampliaría la oferta y permitiría una distribución más equitativa de los beneficios del turismo en todo el departamento.


En síntesis, Valledupar marcha con paso firme hacia un modelo turístico integral, donde la cultura, la naturaleza y la fe convergen en una propuesta única. Pero ese desarrollo solo será sostenible si se acompaña de infraestructura, conectividad y planificación que permita a más colombianos y extranjeros descubrir los múltiples rostros de esta joya del norte del país.

domingo, 18 de mayo de 2025

Disminuir homicidios en ciudades intermedias. Estrategia desde el territorio

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.


En muchas ciudades intermedias, los homicidios siguen siendo una constante alarmante a pesar de contar con Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana formulados conforme a las realidades locales. Las políticas públicas existen, los pocos recursos económicos para recompensas, tecnología y equipamiento están asignados, y las rutas de atención a la violencia están diseñadas. Sin embargo, las cifras de homicidios no ceden.


Este fenómeno refleja una verdad incómoda: no basta con tener un plan, si las condiciones estructurales y operativas siguen siendo adversas. Un primer obstáculo es el pie de fuerza insuficiente. La ONU recomienda al menos 300 policías por cada 100.000 habitantes, pero muchas de estas ciudades no alcanzan siquiera el 70% de ese estándar. Esto limita la capacidad de respuesta frente al delito, reduce la presencia disuasiva en las calles y sobrecarga a los pocos agentes disponibles.


Por otra parte, la mayoría de las víctimas de homicidios tienen antecedentes judiciales. Esto sugiere que gran parte de los crímenes obedecen a presuntos ajustes de cuentas relacionados con el microtráfico y conflictos entre bandas criminales. Es decir, se trata de una violencia cíclica y focalizada en contextos delictivos que no se desarticula con presencia policial sola.


Frente a esto, se requiere una estrategia integral que combine inteligencia, intervención social focalizada y presión judicial. Primero, fortalecer el trabajo de inteligencia criminal para identificar redes y líderes del microtráfico y del hurto. No basta capturar eslabones débiles: se requiere una ofensiva coordinada contra estructuras completas, con apoyo interinstitucional entre Fiscalía, Policía y autoridades locales.


Segundo, priorizar una intervención social orientada a los jóvenes en riesgo. Los barrios con mayores tasas de homicidio suelen ser también aquellos donde hay más deserción escolar, y escasa oferta de oportunidades. Crear núcleos de acción rápida con equipos de psicólogos, orientadores, voluntariados vecinales y gestores culturales que intervengan directamente en estos territorios, puede rescatar a muchos jóvenes del círculo de la criminalidad. 


Tercero, instaurar un modelo de justicia restaurativa y comunitaria para casos menores, que permita descongestionar el sistema penal y enfocar los esfuerzos judiciales en delitos de mayor impacto como el homicidio.


Finalmente, la percepción de inseguridad no se combate solo con policías en la calle, sino con presencia institucional permanente, iluminación pública, espacios deportivos y centros culturales abiertos. La seguridad no es solo represión: es inclusión, confianza y corresponsabilidad. Solo así las cifras dejarán de ser titulares repetidos cada año.

sábado, 17 de mayo de 2025

Los ojos que no duermen, tecnología y vigilancia ciudadana

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

En 2019 tuve la oportunidad de estudiar en Sao Paulo, Brasil, sobre Circuitos Cerrado de Televisión CCTV; una metrópolis vibrante y caótica, pero al mismo tiempo sorprendente por su infraestructura tecnológica en seguridad urbana. Desde que llegué, me impresionó el nivel de interconexión de su red de cámaras de videovigilancia (CCTV). 

Sao Paulo no solo utiliza estos sistemas de manera eficiente, sino que también es hogar de importantes fábricas que diseñan y producen cámaras de última tecnología, equipadas con capacidades como reconocimiento facial, seguimiento de movimientos sospechosos y monitoreo ininterrumpido, día y noche.

Lo que más me llamó la atención fue el papel de los centros de monitoreo. A diferencia de lo que ocurre en muchas ciudades donde la policía opera directamente estas plataformas, en São Paulo —como en otras grandes urbes del mundo— estos centros son gestionados por entes especializados o alcaldías locales. Esta separación de funciones no es menor: permite liberar a la policía de tareas operativas para que se concentren en su labor investigativa y de respuesta, mientras que los centros de monitoreo son operados por civiles capacitados o empresas especializadas. Esta descentralización permite una vigilancia más técnica, eficiente y permanente, sin estar sujeta a la rotación o limitaciones operativas de las fuerzas de seguridad.

Las cámaras no solo disuaden el delito; también son herramientas fundamentales para judicializar a los delincuentes. En más de una ocasión vi cómo imágenes captadas por CCTV eran utilizadas como evidencia clave en procesos penales, permitiendo a fiscales y jueces contar con pruebas visuales innegables. En una ciudad con millones de habitantes y una dinámica tan intensa como Sao Paulo, la posibilidad de contar con “ojos electrónicos” que nunca parpadean, que graban, identifican y almacenan evidencia, representa una barrera real contra la impunidad.

Pero más allá de la reacción, también está la prevención. La presencia visible de cámaras cambia comportamientos. En los barrios con mayor cobertura de CCTV, se percibe una disminución en los delitos callejeros y un aumento en la sensación de seguridad. Las cámaras generan un entorno donde el delincuente piensa dos veces antes de actuar, sabiendo que está siendo observado.

Estudiar en Sao Paulo no solo me dejó aprendizajes académicos, sino también una visión clara de cómo la tecnología, bien implementada y gestionada por entes responsables, puede convertirse en un actor protagónico en la lucha contra el crimen. Las cámaras no reemplazan a la policía, pero sí la potencian, y sobre todo, fortalecen la justicia y protegen a la ciudadanía. Son los ojos que no duermen, los centinelas digitales de nuestras ciudades.

jueves, 15 de mayo de 2025

El costo invisible de la inseguridad: una amenaza que afecta el desarrollo regional


Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.


En algunos países de América Latina, especialmente en zonas rurales o alejadas de los centros urbanos, la inseguridad se convierte en un obstáculo estructural para el desarrollo económico y social. La presencia persistente de delitos, no solo genera miedo, sino que paraliza actividades productivas claves como el comercio, la agricultura y la ganadería, afectando directamente el tejido económico y social de estas comunidades.


Es importante diferenciar entre los conceptos de seguridad pública y seguridad ciudadana, aunque están estrechamente relacionados, tienen enfoques distintos. La seguridad pública es la responsabilidad del Estado para garantizar el orden público, prevenir el delito y proteger los derechos fundamentales a través de las instituciones de la Fuerza Pública y el Sistema Judicial. Por otro lado, la seguridad ciudadana pone el foco en la percepción y vivencia de seguridad por parte de la población, abarcando no solo la ausencia de delitos, sino también la garantía del ejercicio de derechos y libertades en un entorno libre de violencia. En otras palabras, mientras la seguridad pública opera desde el aparato estatal, la seguridad ciudadana se mide desde la vida cotidiana de las personas.


Cuando estas formas de seguridad fallan, los efectos son devastadores, especialmente en zonas rurales donde el Estado tiene poca presencia. Los grupos criminales se aprovechan de esta ausencia para operar con impunidad, imponiendo economías ilegales y redes de extorsión que afectan directamente a ganaderos, agricultores y comerciantes. El abigeato, por ejemplo, no es solo el robo de ganado; es un ataque directo a la economía campesina, que disuade la inversión y desincentiva la producción. Cada animal robado representa una pérdida enorme para quien depende de su venta o crianza para sostener a su familia.


Los territorios más afectados por estos delitos suelen ubicarse en zonas grises, espacios donde la presencia del Estado es débil o simbólica, y donde la ley se aplica de manera débil. En estos lugares, el miedo se convierte en una herramienta de control: los comerciantes optan por cerrar temprano o abandonar sus negocios; los agricultores evitan trasladarse a sus parcelas por temor a ser secuestrados; los ganaderos reducen sus actividades para evitar ser blanco de extorsiones. El clima de inseguridad crea un círculo vicioso: menos producción genera menos empleo, lo que incrementa la pobreza y aumenta la vulnerabilidad social, facilitando aún más el control de los Grupos Armados Organizados o bandas delincuenciales.


Además del impacto económico inmediato, la inseguridad prolongada deteriora la cohesión social. La desconfianza entre vecinos crece, el liderazgo comunitario se debilita y los jóvenes pierden la esperanza en un futuro distinto al del delito o la migración forzada. El desarrollo regional se puede estancar porque ninguna política pública puede tener éxito si no se garantiza un entorno seguro donde la gente pueda vivir, trabajar y producir sin miedo.


Por lo tanto, atender la seguridad no puede ser solo un tema policial, militar o represivo. Se requiere una presencia integral del Estado: con justicia eficaz, inversión en desarrollo rural, programas de prevención y una institucionalidad que funcione en los territorios. Solo así será posible romper con la espiral de violencia que asfixia el potencial de muchas regiones y devolverle a sus habitantes la confianza necesarias para desarrollarse. La seguridad ciudadana es condición fundamental del desarrollo, y sin ella, cualquier intento de progreso será frágil e insuficiente.

El alto costo de una guerra en siete frentes

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M . Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas perpetró una de las masacres más sangrientas en territorio israelí,...