Las tasas de homicidios en varias ciudades del país continúan en preocupante ascenso frente a los registros del año anterior, deteriorando de manera significativa la percepción de seguridad en las principales capitales. Este fenómeno no es producto del azar; responde a una serie de factores estructurales y actores específicos que, como verdaderos estrategas del crimen, operan en las sombras moviendo los hilos de la violencia.
Estos actores son conocidos como dinamizadores de homicidios, individuos que no solo ejecutan órdenes, sino que las planifican, coordinan y direccionan con precisión quirúrgica. Se infiltran en espacios públicos y privados, monitorean movimientos de potenciales víctimas y delegan la ejecución de asesinatos selectivos a sicarios o grupos subordinados. Su papel es comparable al de un director de orquesta criminal: no tocan los instrumentos, pero determinan el ritmo y la intensidad de la violencia.
Gran parte de sus acciones está vinculada al microtráfico, actividad que, además de ser la fuente principal de rentas ilegales, se reviste con discursos de “limpieza social” en distintos territorios. No obstante, el narcotráfico no es el único combustible que alimenta esta maquinaria homicida. Existe seis ejes determinantes que actúan como verdaderos focos de violencia:
- Lucha entre bandas criminales por el control de corredores estratégicos.
- Extorsión a comerciantes y empresarios, que se paga con sangre cuando no se cumplen los pagos.
- Robo de tierras, especialmente en zonas rurales donde confluyen grupos armados ilegales.
- Cadenas delictivas de “gota a gota”, cuyos cobradores usan el asesinato como mecanismo ejemplarizante.
- Intolerancia social, cada vez más letal en contextos urbanos.
- Hurto, delito que afecta a la comunidad.
Combatir a estos dinamizadores exige mucho más que capturas ocasionales de sicarios. Es indispensable una articulación interinstitucional con la Policía Nacional y organismos de inteligencia, mediante comisiones especializadas orientadas a desmantelar sus estructuras financieras, que son la verdadera columna vertebral de su poder.
Solo debilitando a estos dinamizadores se logrará frenar el aumento de homicidios y recuperar, aunque sea parcialmente, la confianza ciudadana. Porque mientras ellos sigan ordenando desde la sombra, las balas seguirán marcando el pulso de la vida en muchas de nuestras ciudades.
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