En un mundo donde los equilibrios geopolíticos penden de un hilo, las recientes declaraciones del vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia han sacudido la estabilidad internacional. Su amenaza directa a Estados Unidos, advirtiendo sobre un posible ataque nuclear si continúan los ultimátums de Donald Trump hacia Moscú, ha revivido uno de los mecanismos más temidos de la Guerra Fría: la legendaria “mano muerta”.
Este sistema, también conocido como Perímetro, es un protocolo de defensa automática desarrollado por la Unión Soviética y perfeccionado por la Federación Rusa. Funciona como una respuesta póstuma: si la cúpula del Kremlin y el mando militar son aniquilados, la “mano muerta” detectaría un ataque nuclear y activaría automáticamente una represalia devastadora. Sin necesidad de una orden humana, lanzaría misiles balísticos intercontinentales que podrían destruir a cualquier nación enemiga en menos de una hora. Un mecanismo diseñado para asegurar que, incluso en la muerte, Rusia tenga la última palabra.
La tensión aumentó exponencialmente luego de que Trump, tras una serie de declaraciones conciliadoras en las que propuso mediar para detener la guerra entre Rusia y Ucrania, fuera respondido no con diplomacia, sino con una advertencia nuclear. Aunque el mandatario estadounidense ha mostrado reiterados intentos de lograr un cese al fuego, incluso señalando que Ucrania ha dado señales claras de voluntad de diálogo, el gobierno de Putin ha respondido con nuevas ofensivas y bombardeos.
Ante las amenazas, Trump no dudó: ordenó el despliegue de dos submarinos nucleares en zonas estratégicas, enviando un mensaje directo a Moscú de que Estados Unidos no se dejará intimidar. Al mismo tiempo, estableció un plazo de diez días para lograr un acuerdo de paz, advirtiendo que de no alcanzarse, se impondrán nuevas sanciones contra Rusia.
La escalada retórica y militar entre ambas potencias revive el espectro de un conflicto que podría tener consecuencias catastróficas para la humanidad. Las advertencias del Kremlin, lejos de desescalar, parecen llevar las tensiones a un punto de no retorno. Si bien el objetivo de Trump es detener la guerra, el camino que se vislumbra está lleno de sombras.
En este tablero mundial, no se puede olvidar el papel de Asia. Israel, gran aliado de Estados Unidos, representa una pieza clave en la estrategia global. Su apoyo político, tecnológico y militar refuerza el equilibrio de poder en una región donde las tensiones con Irán, China y Corea del Norte también permanecen en ebullición.
Mientras tanto, el reloj geopolítico avanza con paso incierto, y la humanidad observa con inquietud si los líderes del mundo sabrán apagar el fuego o si, por el contrario, activarán el mecanismo que nadie quiere ver en acción: la Mano Muerta.
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