lunes, 25 de agosto de 2025

La instrumentalización de la población civil en manos de estructuras criminales

Por: CARLOS ANDRÉS COTES M.

Las estructuras criminales han convertido a la población civil en un instrumento de su lucha. Lo hacen para reposicionar las tropas del Ejército que se encuentran en determinadas zonas, mantener el control de territorios, imponer su autoridad y avanzar en negocios ilegales. Según el Derecho Internacional Humanitario, estos grupos tienen mando responsable y capacidad de realizar operaciones militares. Pero además de usar armas, usan a la gente, aprovechando su miedo y sus necesidades.


     Una de las principales técnicas es la coerción social. Estas estructuras obligan a las comunidades a participar en protestas, cerrar caminos o expulsar a las autoridades. Lo vimos en territorios del sur del país, donde pequeños grupos, presionados con amenazas, enfrentaron al Ejército y la Policía. Muchas de estas acciones no son espontáneas: son planeadas para mostrar al Estado como débil y deslegitimarlo ante la población.


     Otra técnica es el homicidio de líderes sociales y defensores de derechos humanos. Cuando un líder es asesinado, la comunidad queda atemorizada y sin voz, obligada a obedecer. Estos crímenes son un mensaje directo: "o nos apoyan, o mueren". Así, estas organizaciones aseguran obediencia y eliminan cualquier resistencia.


     También usan métodos no violentos, como la propaganda y la manipulación de la información. Difunden rumores, audios y mensajes falsos para confundir a la gente y presentarse como "defensores" de las comunidades. En algunos casos, ofrecen ayuda básica: alimentos, transporte o medicamentos. No es solidaridad; es una forma de ganar respaldo y crear dependencia.


     Estos grupos aplican lo que expertos llaman “guerra irrestricta”: usan cualquier medio, violento o no, sin respetar reglas ni derechos. Para ellos, los civiles son piezas de un tablero, no personas con derechos. Reclutan menores, usan escudos humanos y someten a poblaciones enteras. Así logran mantener sus negocios ilegales y su dominio en regiones donde el Estado es débil.


     La instrumentalización de la población civil por las estructuras criminales, es considerado un fenómeno delictivo más peligroso que la violencia directa. Mientras los disparos matan cuerpos, estas técnicas destruyen la confianza en el Estado, rompen el tejido social y generan miedo colectivo. Cada vez que una comunidad obedece por temor o conveniencia, las estructuras ganan más control. Para enfrentar esto, no basta con operaciones militares. Se necesita presencia estatal constante, protección a líderes sociales, inversión social y una estrategia de comunicación que devuelva la confianza en las instituciones. 

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