POR: CARLOS COTES MAYA
Lo más sorprendente del proceso es que, según el periódico La República Islámica, Irán admitió que el ataque del 7 de octubre destruyó el llamado “Eje de la Resistencia”. De acuerdo con esas fuentes, la denominada “Operación Diluvio de Al-Aqsa” fue un error: Hamás actuó sin consultar al grupo Hezbolá ni a los hutíes. Aquella ofensiva, celebrada inicialmente como un golpe simbólico contra Israel, terminó siendo el detonante de la caída militar y política de la organización. En cuestión de meses, el movimiento que pretendía “liberar Palestina” quedó reducido a escombros, aislado incluso de sus antiguos aliados.
La respuesta de Israel fue demoledora. Las Fuerzas de Defensa Israelíes emprendieron una campaña militar que se extendió por más de dos años, dejando más de 20.000 combatientes de Hamás muertos y desmantelando toda su estructura de mando. La presión diplomática de Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Estados Unidos consolidó el aislamiento del grupo. Ante la derrota total y el agotamiento humanitario en Gaza, los países de la región impulsaron la firma del acuerdo de paz que hoy se presenta como un nuevo punto de inflexión en la historia del conflicto.
Israel, por su parte, ha reafirmado su doctrina de seguridad total. Tras las operaciones contra líderes de Hamás en Qatar y otros países, dejó claro que ningún territorio servirá de refugio a quienes atenten contra su pueblo. “No habrá inmunidad para los terroristas”, declaró su primer ministro. Esta nueva estrategia regional, basada en inteligencia y ataques selectivos, reconfigura el tablero de Medio Oriente y redefine el concepto mismo de disuasión.
Es inevitable lamentar la tragedia humana que acompañó estos años de guerra. Decenas de miles de vidas inocentes se perdieron entre los escombros de un conflicto que parecía no tener fin. Sin embargo, la reciente firma del acuerdo de paz abre una ventana de esperanza: la posibilidad de que palestinos e israelíes convivan en respeto, sin miedo ni odio. Ojalá este pacto no sea solo un paréntesis, sino el inicio de una paz duradera que impida, de una vez por todas, que el horror vuelva a repetirse.