¿Será que alguien es capaz de tomar por el camino de la decencia?

Por: OSCAR EDUARDO MAYA GUERRERO
Delegado del Registrador Nacional del Estado Civil en el Cesar

A partir del fallo de tutela, proferido por el juez sexto administrativo, el 12 de diciembre del año anterior, que ordenó recontar voto a voto, los sufragios depositados por el concejo de Valledupar, no cabía alternativa distinta que acatar el fallo, sabíamos que lo primero era impugnarla y que la mejor arma para defendernos de la protesta que se estableció en frente de la Registraduría era la paciencia.
Con serenidad escuchamos las calumnias, el firme convencimiento de la debilidad jurídica del fallo, nos daba esa tranquilidad que necesitábamos para resistir sin alterarnos. Así como algunos acuden a la táctica de quemar las Registradurías; con la esperanza de borrar todo vestigio de su derrota, para tener la opción de buscar algún mecanismo que les permita conquistar el tan anhelado escaño, otros prefieren utilizar sus facultades histriónicas, elaboran muñecos, fabrican carteles, ridiculizan y calumnian a algunos funcionarios, buscando el mismo fin; no obstante, debemos reconocerlo, la estrategia les funcionó, pusieron a dudar a varios ciudadanos de Valledupar, inclusive a aquellos que con sus propios ojos presenciaron los primeros escrutinios, (léase los jurídicamente válidos, los que debieron gozar de la presunción de legalidad, en los que se respetó el debido proceso, en donde los candidatos gozaron del derecho de defensa, etc.). A pesar de su efectividad, no puedo negarlo, me gusta más la segunda alternativa, porque con las cenizas no es posible hacer ningún análisis.
Para ser justo, debo reconocer que la gran mayoría de candidatos al concejo de Valledupar actuaron decentemente, algunos protestaron, varios demostraron su inconformismo, otros tenían dudas sobre la transparencia de los escrutinios; el montaje escénico los puso a dudar de unos resultados que ellos mismos o sus representantes observaron paso a paso, lo cual es normal; a nadie se le puede negar el derecho de la duda, pero tengo entendido que uno de los candidatos escogió el camino correcto, presentando una acción de nulidad electoral, ante el contencioso administrativo, a él le deseamos todos los éxitos en la demanda que entabló.
Cuando empezó el conteo voto a voto ordenado por el juez se empezaron a escuchar rumores que decían que había un monumental fraude electoral, que en la Registraduría había un cartel. ¡Calumnias¡.
Si nos ubicamos en los escrutinios del 30 de octubre, no podemos desconocer que es un escenario muy distinto al que se desarrolló en el conteo voto a voto del mes de enero. En el primero los jurados de votación contaron en cada una de las mesas y lo plasmaron en el documento E-14, este documento debía ser firmado por los jurados, de lo contrario no sería tenido en cuenta por las comisiones escrutadoras. Los jurados de votación no estaban solos, cada uno de los partidos tenía su testigo electoral, observando detalladamente el desarrollo de los comicios, además, estaban los organismos de control como la personería, la fiscalía, la defensoría del pueblo y los observadores nacionales e internacionales. Lo más importante, los testigos electorales, los candidatos y sus representantes podían presentar reclamaciones, apelaciones y pudieron pedir reconteo de votos como efectivamente ocurrió en varias mesas (se respetó el debido proceso).
En el segundo escenario, es decir, en el del mes de enero se contaron directamente los tarjetones electorales, sin tener en cuenta los documentos E-14 y aunque estuvieron algunos órganos de control, en esta oportunidad ni los testigos, ni los candidatos o sus representantes podían presentar reclamaciones, apelaciones y menos pedir conteo nuevamente de los votos. ¡Evidentemente son escenarios muy distintos!.
A pesar de encontrarnos en circunstancia diferentes, el análisis comparativo de los resultados nos indica que el tan mentado monumental fraude electoral no existe; porque, sin tener en cuenta, por ejemplo cuantos E-14 fueron anulados por falta de firma de los jurados, o cuantas reclamaciones permitió corregir algunos yerros o cuantos reconteos permitieron rectificar lo que aparentaba ser cierto, circunstancias estas que efectivamente existieron en el primer escenario. Votos que le aparecieron no a uno sino a la mayoría de los candidatos, a los quemados y a los electos, a pesar de esto aproximadamente aparecieron 1.000 votos. Pero, está bien, para complacer a los contradictores vamos a suponer que las condiciones para los dos escrutinios fueron iguales, aparecieron 1.000 votos, sin más consideraciones. Los votos depositados para el concejo del municipio de Valledupar fueron 136.000. Si aparecieron 1.000 votos, quiere decir que hubo un desfase de 0.7%. En esa disparidad de escenarios un analista serio y juicioso esperaría un resultado mucho más abultado, no obstante la diferencia de los resultados arrojados son muy pírricos, lo que demuestra que no hubo anomalías.
Pero vamos un poco más allá, cuando alguien hace un fraude lo hace para ser efectivo en su propósito y para lograrlo lo debe hacer con muchos votos (porque es imposible saber cuántos votos sacarán los contrincantes a los que hay que desplazar) de lo contrario el político no coronará su curul, la trampa sería inocua, y naturalmente la retribución no se podría obtener. ¿Quién paga por un fraude inútil?, ¡Ingenuo pensar lo contrario¡
Si en los dos escenarios distintos, que hemos descrito arriba, Eudes Orozco le sacó 54 votos a su copartidario el señor Jose Mario Rodríguez, y si Ciro Guzmán Chinchilla le saco 12 votos a Daniel Segundo Sierra Jiménez, también copartidarios, evidentemente la diferencia fue tan minúscula que a una persona seria no le cabria conclusión distinta que el mencionado fraude no es más que un fantasma.
¿Quién puede ser tan elemental para pagar a un supuesto cartel una millonada por 12 votos o quien puede hacerlo por 54? A pesar de esto, los señores de la estrategia, todavía, compulsivamente, siguen hablando de un monumental fraude electoral, y siguen insistiendo en el cartel de la Registraduría, y se ufanan de haber presentado denuncios penales ante la fiscalía, pero yo no sé qué delitos tipificaron en sus mentes creativas.
¿Por qué ellos, quieren engañar a la gente haciendo aparecer que el reconteo debe gozar de la presunción de legalidad y el primero lo descalifican de plano? ¿Con que elementos de juicio lo hacen? (Si el debido proceso se cumplió en las elecciones del 30 de octubre, como en su oportunidad se demostrará)
No hay peor ciego que el que no quiere ver, (y la táctica es no verlo) señores, los únicos carteles que hay en la Registrduría son los que ustedes montaron para hacer públicas sus calumnias.
Ahora que el tribunal declaró nulo lo actuado, aprovechando este ambiente onírico, que por estos días se vive en Valledupar, hipotéticamente, cabe la posibilidad de que se presente un tercer conteo y no les quepa la menor duda, este será diferente al primero y al segundo, con unos márgenes de diferencia pequeños y comprensivos, pero – al fin y al cabo- diferentes, entonces aparecerán quienes aleguen que en el segundo conteo hubo trampas, que no hubo todas las garantías, que no se pudo hacer reclamaciones, que no se pudo apelar, etc. para ellos (los que ganaron en ese evento) ese será el único conteo válido, los otros serán espurios. ¿Entonces hacia dónde vamos?
Estoy seguro, que el juez en su sabiduría aprovechará esta oportunidad para corregir su equivocación. No critico al juez, simplemente pienso que se equivocó, ¿y quién no se ha equivocado en la vida?.
Los funcionarios públicos tenemos la obligación moral de actuar honestamente, si así no fuere, nos debe caer todo el peso de la ley, no tenemos por qué tener ningún privilegio, ni tampoco lo aceptamos. ¡Que nos investiguen, si hemos cometido algún delito que nos castiguen severamente¡.
A pesar de las ofensas de quienes las profirieron, como de los que se dejaron llevar por esa corriente maliciosa e hicieron manifestaciones irreflexivas, deberían apoyarse en la sensatez y ofrecer disculpas públicamente, para nosotros esto es más que suficiente para saldar la deuda del ultraje recibido. ¿Será que alguien es capaz de tomar el camino de la decencia?.

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